Reseña Crítica
Osorio Mejía,
Oswaldo. Realidad y Cine Colombiano 1990-2009. Capítulo 5: Realidad,
cotidianidad e idiosincrasia ¿Cómo somos los colombianos?. Medellín: Editorial
Universidad de Antioquia. 2010. 131p.
Comunicador
social-periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, historiador de la
Universidad de Antioquia, Magíster en Historia del arte de la Universidad de
Antioquia, candidato a Doctor en Artes de la Universidad de Antioquia, profesor
universitario, Coordinador de Programación del Festival de Cine y Video de
Santa Fe de Antioquia y del Festival de Cine Colombiano Ciudad de Medellín,
autor de los libros Comunicación cine colombiano y ciudad y Realidad y cine
colombiano 1990-2009, crítico de cine del periódico El Colombiano y la revista
de cine Kinetoscopio.
Este capítulo puede
considerarse como un excelente punto de partida para los que les interesa saber
sobre: la historia del cine colombiano, su relación con la realidad, los
distintos tipos de representación que se han dado y una buena cantidad de
películas que nos sirven de punto de referencia para empezar a conocer mejor el
cine de Colombia. El quinto capítulo explora la idea de identidad nacional, que
se ha venido desarrollado a través cine.
Osorio está plenamente convencido de que el cine, a través de su historia, se ha caracterizado por mostrar y denunciar los problemas que tiene un país, para que la gente, al verse reflejada en la gran pantalla, se identifique, se autoevalúe y pueda cambiar su actitud. Relata partes del caso colombiano, el cual es muy diferente ya que en casi toda su filmografía existe una mala representación, fruto de la poca comprensión de la realidad colombiana; este es el grave problema al cual nos enfrentamos los que queremos hacer cine en Colombia.
El autor mantiene
una posición crítica frente a esta problemática y comenta que si ha habido una
buena representación, pero son muy pocas las películas que logran acercarse a
una verdadera identidad y las pocas que lo hacen son maltratadas en cartelera y
no las conoce casi nadie. Con respecto a las otras producciones, opina que se
ha caído mucho en el estereotipo televisivo y que hacen una lectura errática y
sin sentido de la sociedad colombiana.
A lo largo de las
quince páginas que construyen este capítulo, el autor deja muy claro su punto
de vista respecto a los colombianos que demandan otro tipo de cine porque dicen
estar cansados del mismo tema de la violencia. Dice que para todos hay un tipo
de cine y existen directores como Diego García que intentan posicionar al cine
como industria y que satisfacen las necias necesidades de entretenimiento de
los colombianos. Aunque critica estas burdas comedias, dice que es válido que
exista este cine de entretenimiento, mientras haya una buena calidad técnica y
talento desplegado, ya que así puede costearse la realización de al menos un
largometraje cada año.
Aunque el capítulo
se enfoque bastante en la trayectoria productiva de Dago García, logra resaltar
los altibajos de sus proyectos y considera que este personaje se ha logrado
consolidar en la industria del cine ya que sabe cómo aprovechar las historias
que les gustan a los colombianos, más allá de todas las “colombianadas” que se
incluyen en estas cintas. Más adelante, se enfoca en los trabajos de Harold
Trompetero que logra realizar un trabajo más subjetivo desde puntos de vista de
mujeres o minorías e intenta evadir la generalización, lo cual contribuye al
cine colombiano porque nos permite saber que hay más personajes que el típico
bogotano de clase media.
Concluyendo el
capítulo el autor sustenta el sobresaliente trabajo de ambos tipos de
tratamiento a la realidad colombiana: “Junto al cine colombiano del conflicto,
que tantas veces levanta resquemores y con el que se han conseguido los mejores
aciertos, sobre sale también, este cine que se sustenta en la cotidianidad de
los colombianos y en un retrato de lo que podría ser su idiosincrasia.” (pág.
110)
El capítulo elegido
resulta tremendamente útil para conocer el tipo de producciones que se han
realizado en Colombia durante las anteriores dos décadas, no usa un lenguaje
muy técnico, es de muy agradable lectura, tiene una amplia filmografía que
permite ejemplificar parte de su posición, además te ayuda a formar un criterio
propio frente a lo que ves y te ayuda a valorar y a exigir un mejor cine, el
cual necesitamos impulsar para que siga evolucionando y se convierta en una
gran industria de la cual broten y abunden todo tipo de películas,
especialmente las que nos ayuden a entender mejor esta realidad.
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